Al igual que el resto de España, Catalunya, desde hace unos años, sufre una invasión de calabazas, de telarañas, colmillos… y la frase más usada la noche anterior al 1 de noviembre es «truco o trato». No, no me refiero al tema independentista, sino a Halloween. Y al igual que en otras zonas de España, muchos están en contra de esta moda, y más cuando aquí tienen su propia celebración para la víspera del día de Todos los Santos: la castañada.
¿Qué es la castañada?
La castañada o «castanyada» es el nombre catalán que tiene el Magosto, fiesta que se da el último día de octubre en todo el norte de España (Galicia, Cantabria…), así como también en Las Hurdes (Cáceres).
Los romanos, además de calzadas, iban plantando castaños allá a donde iban. Este hecho supuso una pequeña revolución en la península, pues las castañas se convirtieron en la base de la alimentación, tanto el fruto en sí como la harina de castaña. Semejante acontecimiento debía ser festejado, y ahí es donde nace el Magum Ustum o Magosto: una celebración alrededor del fuego que le daba un carácter mágico.
La llegada del maiz y la patata de América hizo que el uso de la castaña descendiese, pero como somos juergistas por naturaleza le dimos un nuevo «uso» a la castañada: celebrar la vigilia de todos los santos.
Y nada mejor que para soportar el frío de la noche en el cementerio que comer castañas asadas junto a un vaso de moscatel – o dos – y como no solo de castañas se alimenta el hombre, le añadimos los panellets (dulces de piñones) y fruta confitada (aunque actualmente esta fiesta se celebrar en las plazas de los pueblos y ciudades de todo el norte de la península y no en los cementerios).
¿Qué tienen que ver los celtas y V de Vendetta con Halloween?
Al contrario de lo que se suele decir, la celebración de Halloween no viene de los Estados Unidos, puesto que su origen es celta. Y para rematar, la costumbre de disfrazarse es algo más reciente: concrétamente viene de la celebración de la Noche de Guy Fawkes, ese señor que en 1605 quiso volar el parlamento inglés. Sí, hombre, el de la máscara de la película de V de Vendetta.
Vamos, que como podéis ver el origen no tiene nada de nortemaricano. Lógicamente los estadounidenses cogieron las costumbres del Reino Unido, para eso venían de allí, y dado que en la actualidad han sido los exportadores mundiales de cultura (o infracultura), cine y sobre todo neoliberalismo, esto ha producido que las tiendas estén llenas de calabazas.
Todos los Santos
El cristianismo celebraba su homenaje a todos los santos el 13 de mayo. Fue el Papa Gregorio III (s. VIII) el que decidió cambiar la fiesta al 1 de noviembre, porque veía que la iglesia no era capaz de acabar con la tradición celta-romana del magosto y de Halloween. Sí, estas dos celebraciones se extendieron por toda Europa, y ya sabemos que los católicos son muy celosos y no permiten que nadie celebre algo que no tenga que ver con ellos.
Por lo tanto podemos decir que la fiesta originaria es Halloween y no Todos Los Santos.
A Todos Los Santos le quedan dos telediarios
Cada vez se va menos a los cementerios, porque la incineración ha aumentado. Con el tiempo dejará de tener sentido celebrar Todos Los Santos tal como lo recordamos, ir al cementerio a limpiar la lápida y llevar flores… A esto hemos de sumar el hecho de que emigramos más, y muchos somos los que nos alejamos de donde hemos nacido y de donde están enterrados nuestros seres queridos. Añádele el hecho lúdico de la fiesta de Halloween, y dile a un adolescente que es mejor ir al cementerio que disfrazarse y salir a «dar miedo».
Al igual que San Valentín no nos tiene que decir que hemos de querer a nuestra pareja, el 1 de noviembre no nos tiene que recordar que echamos de menos a quien se ha ido.